Ahora me mojo: mejor hace 20 añosEstá claro. Para mí hay un factor muy importante. Antes había más opciones de cuajar un equipo, hacer un bloque, conjuntar a ocho tíos... Ahora, en cuanto uno hace una buena temporada se sube a la parra; si acaba contrato se va a otro sitio donde le paguen más; el tope salarial pesa demasiado sobre los equipos que se las ven y se las desean para amarrar a sus jugadores interesantes; los agentes mueven el árbol y el jugador se marcha a un equipo en el que muchas veces no termina de encajar.
Me viene a la cabeza el caso de Joe Johnson. Llega a Phoenix de Boston. Se asienta en la Liga. Demuestra que es muy bueno. Su equipo hace un temporadón y él es importante en el esquema. Se lesiona y caen en playoffs sin que él llegue a jugar los partidos clave. Y va y se marcha a Atlanta. Ya nunca sabremos si los Suns, con él, con Stoudemire, Nash y Marion tenían un techo o no lo tenían.
Creo que estas cosas hacen mucho daño al basket de ahora. Hace más de 20 años veías a los Celtics y todos los años estaban Dennis Jonhson, Danny Ainge, Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish. ¿Los Lakers? Magic, Byron Scott, Michael Cooper (único puesto con variaciones), James Worthy (si jugaba de tres entraban Rambis o McAdoo), Kareem Abdul Jabbar. Y en los banquillos pasaba algo parecido...
Ahora hay equipos que del inicio de la temporada hasta su conclusión cambian tanto que no hay quien los reconozca, caso de los Knicks este año. Nadie sabe ya quién juega de base en los Lakers... Ni cuál es el quinteto titular de los Celtics; no digamos de los Knicks, más de 30 diferentes en lo que va de campaña.
También hay que comentar que las ampliaciones de la Liga han favorecido que jugadores de menor nivel estén en la mejor Liga del mundo en vez de en Italia, España o Filipinas...
En Europa se ha alcanzado un nivel más que aceptable, los jugadores tienen un buen nivel técnico, saben jugar en equipo, los fundamentos son buenos y se trabaja el aspecto físico de una manera impensable hace dos décadas: alimentación, gimnasio, fisioterapia, planes específicos... Por ello, en lo que antes había una mayor diferencia ya no hay tanta y nuestros jugadores pueden competir de igual a igual. El caso de Calderón es de libro para explicar esta situación.
Y hay otros factores, claro está. Uno ve jugar a Wade o a LeBron y piensa: "Qué bueno es este tío". Pero luego piensa también: "Son muy físicos y tal vez les falta la magia de Magic, Bird y Jordan". Es cierto, esos jugadores eran especiales. El pase imposible de Johnson siempre te dejaba paralizado en la butaca. La cantidad de cosas que hacía Larry y su instinto ganador te hacían vivir cada partido de una manera especial. Y Jordan, ¿qué decir del mejor jugador de la historia? Pues que siendo muy bueno era capaz de hacer mejores a sus compañeros, de convertir en portadores del anillo de campeones de la NBA a jugadores que tenían un nivel bastante justito; que sus vuelos son de los que quien los ha visto no se los puede quitar de la cabeza; que con 38'5 de fiebre saltaba a la cancha y se iba a más de 30 puntos anotando la canasta del triunfo; un competidor nato, un ganador, un jugador único.
Ahora quizá haya un nivel medio más alto, pero falta ese elegido. Quizá LeBron, en un par de años, sea capaz de llevar a los Cavs a soñar con algo y sea en efecto
The Choosen One, como fue apodado hace ya casi un lustro. Pero, de momento, sus actuaciones con estadísticas brutales nos dejan más fríos que los Magic & co. con su quehacer diario. Algo falla...
Tal vez pequemos de nostálgicos, pero añoramos los dribblings imposibles de Isiah, los vuelos majestuosos de Dominique, el saber hacer en la pintura de Mo Malone, la tortura a la que sometía al rival Kevin McHale cuando recibía de espaldas al aro a dos metros de la canasta, el juego de pies de Olajuwon, la intensidad de Gordo Barkley, los partidos de casi 300 puntos que jugaban los Denver Nuggets de los Fat Lever, Kiki Vandeweghe, Alex English y Calvin Natt; la combinación de talento entre Stockton y Malone... En fin, una lista interminable de recuerdos que pesan mucho y que hacen que nuestra capacidad de asombro en una cancha se haya visto mermada, aunque sigamos disfrutando cuando alguien hace una filigrana con un balón en sus manos, ¿verdad McGrady?